Soy originario de Chemnitz, que entonces aún era Karl-Marx-Stadt. Después de la reunificación, fue una época totalmente loca, apenas 20 años, todo era diferente de un día para otro, las fronteras estaban abiertas, de repente todo parecía posible… el mundo estaba abierto… y durante ese tiempo viví con una mujer de colores….
Vivíamos en un piso muy pequeño en las afueras de la ciudad, junto con un cat…. encontrado con muy pocos muebles, colchones en el suelo, en su mayoría improvisados y montados por nosotros mismos. El poco dinero que teníamos se redujo un poco, ya que había que cambiarlo 2:1…. pero no importaba, ahora existía el mercado D, el mundo estaba aparentemente abierto para nosotros y éramos felices. Teníamos grandes sultanas en la cabeza… los castillos en el aire se hacían cada vez más grandes…. la canción «Freiheit» de Westernhagen era nuestro himno… y siempre que sonaba en algún sitio… se cantaba con fuerza.
Y un día nos dimos cuenta de que teníamos que dejar de hablar de ello y de soñar con ello. Era hora de que cada uno encontrara su camino y su lugar en este mundo…. y así nos separamos.
Salí en un VW Escarabajo amarillo, con todas mis pertenencias en dos bolsas de viaje en el asiento trasero, y acabé en un piso compartido en el área metropolitana de Fráncfort, y la aventura estaba a punto de empezar.
Pero muy pronto me di cuenta de que aquí, en «Occidente», probablemente no conseguiría la libertad y la independencia que anhelaba, que el dinero aquí no abundaba, como yo pensaba, en la calle, sino que la felicidad y la libertad eran responsabilidad de uno mismo y realmente había que trabajar para conseguirlas.
Así que, al cabo de unos años, volví a mi ciudad natal de Chemnitz, formé una familia, tuve 3 hijos que ya son mayores, reflexioné y experimenté durante un tiempo en distintos ámbitos y, en el año 2000, me lancé como empresario independiente en el sector de la construcción de stands para ferias. Ese era probablemente mi destino. En los años que siguieron, realmente sólo iba en una dirección, hacia arriba. Entendía mi negocio, las señales eran siempre sólo para la expansión de la empresa, más pedidos…. más gente… pero también más estrés y problemas… viajaba constantemente por el mundo, ganaba más dinero del que podía gastar… recibía muchas afirmaciones de los clientes para ser el «más grande» y el «más grande»… ya estaba convencido, soy invulnerable… He alcanzado mi meta… Pensé
… entonces llegó la crisis financiera en otoño de 2008, y nada funcionó… De la noche a la mañana, nuestros clientes quebraron o empezaron a trabajar a jornada reducida, a partir de la primavera de 2009 prácticamente no hubo más pedidos, se cancelaron ferias y eventos. Los costes fijos de personal y maquinaria de la empresa me comían. En muy poco tiempo, todo se fue al garete para mí también, tanto en lo económico como en lo familiar…. Había llegado a menos de cero…. y encima la sensación muy, muy desagradable de haberme quemado, de haberlo perdido todo… créeme, ¡me dolió!